viernes, 19 de diciembre de 2014

El efímero sueño del 'Ballet Azul'

Se presentaron al ‘baile’ sin invitación oficial y revolucionaron un panorama de sosiego con la magia de un niño que juega y la grandeza de las estrellas que brillan en un firmamento sin límite. Fueron apenas cinco años, una nimiedad en la globalidad de un tiempo que sin embargo, les bastó y sobró para convertirse en leyenda. Hablamos del ‘Ballet Azul‘, un apelativo con el que les calificó el mítico locutor argentino, ya fallecido,Carlos Arturo Rueda.


Grandes estadios de última generación, a cuál de ellos con mayor número de estrellas para ser considerados dignos de pertenecer al particularOlimpo de los organismos del fútbol; los focos sobre los estilizados jugadores que garabatean sus diabluras sobre un tapete impoluto; la electrónica envolviendo el rectángulo de juego; los reglamentos, los protocolos de cada competición, sus himnos. En definitiva, su profesionalización hasta el más alto nivel. Y sin embargo, nada de eso es fútbol. Al menos, por sí solo. La más pura esencia del deporte del balompié no entiende de oficiliadades ni de instituciones, sino de magia, de una impronta que más allá del reconocimiento como tal, se tatúe en las memorias de aquellos que realmente lo forman. Por eso, aunque aquella liga fuera considerada ‘pirata’, aunque las proezas de aquel equipo no quieran reflejarse sobre el frío documento de la oficilidad, Millonarios de Bogotá se hizo un hueco en la historia del fútbol mundial gracias a las danzas hipnóticas del ‘Ballez Azul’ allá por 1950.
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Tres de los grandes protagonistas del ‘Ballet Azul’ | Foto: anotandofutbolblogspot.com

La cruzada de Di Stéfano


El Real Madrid pondrá punto y final a este 2014 habiendo despedido a su gran símbolo, un hombre que más allá de marcar una época dorada en la historia del club, fue forjador y creador de su más sagrada leyenda. El desafío era mayúsculo para aquel argentino de mirada vivaracha, mente lúcida y seductora labia, que nunca rechazó la recogida del guante que el destino le lanzó. Llegaba a Madrid encumbrado en una grandeza con matices, sin discusión en cuanto a calidad y habiendo conquistado la deDon Santiago Bernabéu; su misión después: convertir un club de fútbol en referencia mundial, en una filosofía, en una religión casi. Y lo hizo. Tampoco es algo que deba extrañar, pues ‘La Saeta Rubia’ ya tenía experiencia en hacer de su presencia un inicio y de su ausencia un final, como si todo aquello que tocase fuese, de alguna manera, un retazo de su propia vida. Convirtió el destino del Real Madrid y convirtió también el de Millonarios de Bogotá. 

Di Stéano, en River Plate | Foto: elespectador.com
Su calidad técnica y su carisma ya le habían llevado desde bien jovencito a liderar a la denominada ‘Máquina de River’, donde compartía alineaciones con jugadores de la talla de Adolfo Pedernera ó Néstor Rossi. Pero más allá de los ambiciosas metas de River Plate, Di Stéfano mantenía intacta la humildad de su origen y la sencillez de una forma de ser que le había convertido en un ídolo. Por eso no debía extrañar que a pesar de su buena posición económica en uno de los equipos más importantes de Argentina, ‘La Saeta’ liderase la particular cruzada de los más humildes por ver mejoradas sus condiciones como futbolistas. Mejores contratos, un salario mínimo y el reconocimiento oficial de su sindicato eran las exigencias de gran parte de los jugadores argentinos que se vieron representados en Alfredo Di Stéfano, firme defensor de todos estos derechos y luchador implacable en la consecución de los mismos. Tal era así que el argentino no lo dudó a la hora de liderar la huelga que los Futbolistas Agremiados Argentinos le declaraban al general Juan Domingo Perón.

La preocupación se hizo latente en el país platense, habida cuenta de que el parón se planteaba en la jornada 25 del campeonato, con cinco fechas aún por disputarse y un liderato provisional de Racing que se tomaba con expectación e incertidumbre. Ni la resolución del Tribunal Arbitral sobre pagos atrasados -que echaron más leña al fuego-, ni las intervenciones de Eva Perón y Óscar Nicolini (Ministro de Comunicaciones) -viendo peligrar también la siguiente temporada-, ni tampoco la insistencia de la AFA por retomar el campeonato y acabarlo como muestra de ‘respeto hacia los espectadores’ hizo cambiar de opinión a los futbolistas. Tampoco la decisión que tuvo lugar el cuatro de mayo del 49 cuando el Ministro de Trabajo aceptó los reclamaciones de los jugadores, estableciendo, eso sí, un salario máximo de 1.500 pesos, hecho que acabó por dinamitar la situación.

El sindicato de futbolistas le plantea a Perón la primera huelga de su sector |Foto: argentina.ar

El polvorín explota

El surrealista desenlace de la “campaña de la discordia”, que los equipos acabaron disputando con sus juveniles, amenazaba con prolongarse hasta la siguiente, ya que la situación, enquistada, parecía lejos de solucionarse. La primera consecuencia de ello la había vivido Racing, que de liderar la tabla en la jornada 25 había caído hasta la cuarta posición, debido a la sanción de puntos sufrida, tras haberse ausentado de varios partidos, favoreciendo esta situación a Independiente, que acabaría proclamándose campeón. Cinco partidos que dirigieron árbitros ingleses que, según las crónicas, pitaban los encuentros con traje, corbata y un traductor.

Pedernera convence a Di Stéfano y Rossi para que le sigan a Millonarios | Foto: Taringa.net
Las cosas amenazaban, sin embargo, con empeorar aún más:Pedernera, que no lo había dudado a la hora de marcharse a la liga colombiana tras conocerse las desfavorables decisiones que el gobierno argentino había tomado con respecto a los futbolistas nacionales, le escribía una carta a Alfredo Di Stéfano, invitándole a seguir sus pasos y a volar hasta el país cafetero para unirse a las filas del Millonarios, junto a Néstor Rossi. No obstante, esta idea parecía no seducir demasiado a ‘La Saeta’, que optó por reunirse con la directiva de River Plate y reconducir una situación que se había deteriorado mucho después de que esta, molesta con la actitud del argentino por su papel en la huelga, quisiera ignorar lo firmado y vender al futbolista a la Roma o al Torinobajo unas condiciones económicas extraordinarias para el club pero no tanto para el jugador.

La Liga pirata


Molesto por el trato recibido y con la culminación de los insultos desde la grada que le tildaban de “pesetero” y traidor, Di Stéfano decidió atender la propuesta de su compatriota, Pedernera y, tanto él como Rossi, pusieron rumbo a Colombiaapenas tres meses después (agosto de 1949), siendo precursor de esto el jugador-entrenador del conjunto colombiano Carlos Aldabe. Como ellos, lo hicieron 109 jugadores extranjeros, llegando a ser hasta 300, y encontrándose entre ellos 57 argentinos.

Carlos Aldabe fue, también, gran precursor de la llegad de argentinos a Colombia | Foto: Wikipedia.
Las grandes sumas de dinero y las mejores condiciones, eso sí, llegaban desde una Liga en pleno nacimiento, como lo era la colombiana en aquel momento, con apenas un año de vida. Millonarios, el equipo al que Di Stéfano, Pedernera, Rossi y otros tantos argentinos más llegaron -hasta un total de ocho- contaba con apenas tres años desde su fundación (18 de junio de 1946) pero el desafío de batallar en una liga que conglomeraría a los mejores jugadores de América por aquel entonces se presentaba más que atractivo. Y no defraudó.

Que empiece el ‘baile’


Primer título tras vencer al Deportivo Cali, siendo Di Stéfano y Pedernera, contrastados protagonistas de la gesta; “Botín de Oro” paraPedro Cabillón con 42 goles anotados -récord todavía vigente-, 17 partidos consecutivos sumando victorias -récord en el país- y 20 jornadas invicto; 103 goles a favor -máximos artilleros- y 35 en contra -defensa menos goleada-. Esas fueron las primeras improntas que estos futbolistas, tocados con la varita de los dioses, dejaron en su primera campaña como jugadores de un equipo que acabaría pasando a la historia como el ‘Ballet Azul‘, por su magia en el desarrollo del juego; fútbol de toque y pases en corto, dinamismo, vitalidad y la diversión de quienes, desde su propio prodigio, simplemente saltaban al campo a jugar, a disfrutar y a hacer vibrar a los espectadores que empezaron a llenar estadio tras estadio para bailar al son del ‘Ballet Azul’.

Algunos miembros del temido Millonarios de los 50 | Foto: elmundo.es
Sólo la siguiente campaña se les escaparía a Millonarios, a pesar de alcanzar la última jornada con posibilidades de hacerse con el título, algo que finalmente lograría el humilde Deportes Caldas. Una y no más: la grandeza no sólo reside en la conquista sin discusión, sino también en la dignidad de la caída y el aprendizaje de la misma. Del golpe, Millonariosse alzó más fuerte que nunca y ya no volvió a conceder una tregua, alzándose con los tres siguientes títulos (51, 52 y 53) y una Pequeña Copa del Mundo (1953, ya sin Alfredo Di Stéfano), que tras su segundo encuentro, disputado ante el Rapid de Viena, volaría a Europapara fichar por el Real Madrid.

El arte de ‘machacar’


No es de extrañar que aquella época del fútbol colombiano se conociera como ‘El Dorado’, a pesar de que lo que la FIFA consideró un desafío hacia sí misma, derivó en la expulsión de la Federación Colombianacomo miembro legítimo de la máxima institución del fútbol mundial, pues si algo no entendía de oficilidad era la fantasía que desprendían las botas de los mejores jugadores del continente americano en su labor de deleitar al prójimo. Pocos osaron discutir la condición de mejor equipo del mundo que el ‘Ballet Azul’ hizo suya a base de argumentos elaborados sobre el verde de un campo de fútbol, de mil campos de fútbol.

Di Stéfano, durante un partido | Foto: Josecarlosrincon.blogspot
El ‘Ballet‘ se convirtió en una atracción que no sólo llenaba estadios, sino que hacía que numerosos equipos del planeta lo llamasen para tomar parte en torneos amistosos que se convertían en auténticas exhibiciones, como por ejemplo, las Bodas de Oro del Real Madrid, dondeMillonarios goleó por 2-4 y que convirtieron el estadio madridista en el escenario de un idilio que ya nunca acabaría. Allí, Santiago Bernabéuse prendó de aquel joven y desgarbado rubio que bailaba con el balón en perfecta sintonía con un equipo imparable, invencible, espejo de lo que elReal Madrid querría llegar a ser algún día.

Una gira que les encumbró en Europa y el mundo


Atrás quedaban giras por Bolivia, de donde regresó invicto, u otros países como Brasil e incluso Argentina. El viejo continente reclamabasu derecho a presenciar las proezas de un equipo ultraofensivo, estético, vistoso y goleador hasta la saciedad que convertía en honor para el rival el hecho de capitular ante su ‘rodillo azul’, por todo cuanto en un partido podía aprenderse de ellos. Así lo sabían en Europa y más concretamente en España, donde el equipo aceptó viajar, cumpliéndose la condición requerida de disputar más de cinco encuentros.

Di Stéfano y compañía llegaban a España para participar en el torneo ‘Bodas de Oro’ del Real Madrid | Foto: futbolred.com
Mestalla tuvo el honor de ser su primera parada para presenciar un empate a cero que enaltecía el mérito de los valencianistas. La Unión Deportiva Las Palmas logró derrotarles pero la imagen que el equipo dejó fue formidable y no hizo recular lo más mínimo todo aquello que se contaba del joven pero a su vez mítico ‘Ballet Azul’.

‘Afrenta’ en Chamartín


El duelo contra el campeón noruego, Norrkoping, les llevaría a pisar por fin el estadio de Chamartín, rubricando allí un empate a dos, que a su vez se convertiría en antesala del gran partido, un duelo imborrable, mágico, diferente: el que les midió al Real Madrid. Allí, dos goles de Di Stéfano, uno de Pedernera y otro de Báez sentenciaron a los blancos a ser ‘humillados’ en su propio feudo. “Lo más grande que ha vistoMadrid: Millonarios de Bogotá”, titulaban los diarios tras la gesta; una afrenta para los blancos que quiso verse vengada un tiempo después, ya en territorio colombiano, de donde los ‘merengues’ se llevaron, sin embargo, dos derrotas más. Antes, un empate a uno en el Sánchez Pizjuán había servido para ponerle punto y final a la gira europea del‘Ballet’.

Cozzi, Zuloaga, Rossi, Pini, Soria, Ramírez, Maurin, Báez, Reyes, Pedernera y Di Stéfano fueron los héroes de aquel partido que cambiaría el destino de ‘La Saeta Rubia’ y que de algún modo, suponía uno de los últimos encuentros de aquel fantástico e irrepetible equipo.Santiago Bernabéu acabaría ‘enamorándose’ del ‘bigoleador’ del encuentro en Chamartín y antes de que la Pequeña Copa del Mundoque Millonarios disputaba acabase, el club madrileño y el jugador argentino rubricaban una relación que, para los blancos, iba a suponer lo mismo que había supuesto para Millonarios: un antes y un después, un destino diferente.

Santiago Bernabéu visitó a Millonarios. Estaba a punto de fraguarse un cambio en la historia del Madrid y del fútbol | Foto: futbolred.com


El Pacto de Lima, las 12 en el reloj


La FIFA, que había decidido mantener al margen de la oficiliadad todo lo sucedido en el fútbol colombiano en apenas cinco años de ensueño, concedía a Colombia la posibilidad de volver a reintegrarse bajo su tutela, a través del denominado ‘Pacto de Lima, siempre y cuando los futbolistas regresasen a sus respectivas ligas y a sus respectivos equipos en 1954. El final de una era inolvidable, el final del ‘Ballet Azul’. Quizás por lo efímero del sueño, la gesta de Millonarios guarda hoy un lugar especial en el recuerdo de muchos, en la historia del fútbol.

Los ‘bailarines’ del ‘Ballet’, un equipo para la historia | Foto: futbolred.com
Con aquellas particulares 12 en el reloj, el baile terminó y cada jugador regresó a su anterior realidad, como ese niño travieso que correteó por las calles haciendo mil diabluras hasta que el grito de su madre, apremiándole a regresar a su casa puso punto y final a un día inolvidable con amigos que, durante sus particulares ‘jugarretas’ se habían convertido en algo más; hermanos, cómplices de un momento irrepetible. Como ese último baile del que su gran protagonista huye precipitadamente, potenciando la sensación agridulce del que, disfrutándolo con todo su entusiasmo, se quedó con ganas de más. Y tal vez, lo poco que duró enaltece aún más la leyenda del ‘Ballet Azul’.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Inglaterra, un ejemplo de lucha contra los 'hooligans'

El fútbol español naufraga todavía estos días en la más absoluta tristeza, la única sensación que puede dejar tras de sí la última víctima mortal tras los enfrentamientos de los mal llamados hinchas del Atlético de Madrid y el Deportivo de La Coruña.


Poco parecen entender de fútbol y poco también de sus valores, de los principios de esos equipos con cuyos colores cubren su piel, ignorando el verdadero valor de los mismos e importándoles más bien poco. Ellos han convertido un escenario de lucha noble, sana rivalidad y deportividad en asfalto de sangre, odio y asco. Esos escudos que muchos lucen orgullosos como símbolos de fe, de perseverancia y triunfo para ellos son solo parapetos de golpes y de sus propios rostros, que esconden en un reconocimiento implícito de cobardía y mal hacer.
Lugar en el que murió el ‘ultra’ del Dépor, conocido como ‘Jimmy’ | Foto: AFP
Y ahora sí. Las instituciones españolas que asistían, impasibles, a la lucha de Barcelona y Real Madrid contra estos elementos, se unen en pos de erradicar una amenaza que, con unos resultados más o menos escandalosos, son una lacra constante en nuestro fútbol. También lo fueron en otros países, que iniciaron su particular cruzada contra los violentos hace muchos años. A día de hoy es difícil afirmar que esto está erradicado del todo en Inglaterra, uno de los países pioneros y ejemplo en la lucha contra los denominados ‘hooligans’ pero sí parece innegable que el protagonismo de estos en el fútbol se ha visto claramente reducido. A un precio, eso sí, demasiado alto; un precio que convendría no estipular como límite también en España.

El fenómeno -si es que puede denominarse así- ‘hooligan’, vive su época de mayor esplendor en Inglaterra allá por las décadas de los 70 y 80. Grupos como los Red Army (seguidores del Manchester United) o losYid Army (seguidores del Tottenham) se habían hartado de protagonizar todo tipo de actos vandálicos antes, durante y después de los partidos que enfrentaban a los suyos con cualquier equipo, naturalizando escenas dantescas que amenazaban con convertirse en parte indisoluble del propio deporte rey.

‘Hooligans’ ingleses | Foto: Gamefilia.com

Los orígenes: Edward Hooligan y su legado


Son muchos los que transportan la aparición de los ‘hooligans’ en Inglaterra al Mundial allí celebrado en 1966 pero el término, como tal, ya se escuchaba mucho antes (allá por 1898) en los medios de comunicación y en el seno de la ciudad de Londres, más concretamente en la zona este, donde se encontraban los barrios más pobres y marginales de la ciudad inglesa. Por allí, Edward Hooligan paseaba su desidia ante la vida, sus continuas borracheras y sus ganas de emprenderla a golpes con el primero que se cruzase en su camino sin importar las consecuencias. Sus fechorías no tardaron en ser conocidas en un radio mayor y tomadas como ejemplo a seguir por los jóvenes deLondres que protestaban de esa manera, con especial vehemencia, tras la reestructuración económica llevada a cabo en 1960 y que sumió en la pobreza a un amplio número de ciudadanos que encontraron, también en el alcohol y en las riñas, una curiosa y reprochable forma de evasión. Así las cosas y rememorando su origen en la figura de Edward Hooligan, cualquiera que fuera generador de riñas y peleas callejeras empezó a conocerse con el sobrenombre de ‘hooligan’.

El ‘movimiento hooligan’ viene mucho tiempo atrás | Foto: izquieredacasual.com
Aprovechando el fulgor que había llevado hasta Inglaterra el deporte rey, muchos de estos grupos de violentos, encontraron en él la forma de poder camuflarse entre la multitud, al tiempo que las propias rivalidades entre los equipos les dotaban una superficial excusa para empezar a convertir los campos de fútbol en campos de batalla. El Mundialanteriormente aludido fue, para muchos de ellos, el escaparate perfecto a un mundo que, lamentablemente les tomó como ejemplo, viendo extendido el movimiento ‘hooligan’ a otros países de Europa y América del Sur.Así, la década de los 60 fue testigo de los primeros muertos como consecuencia de estas peleas entre ‘hooligans’, que empezaron a convertirse en una imagen asociada al deporte rey.

Las tragedias de Heyssel y Hillsborough fueron el punto de inflexión


Viviendo con impotente resignación la figura de los ‘hooligans’ dentro del fútbol inglés, llegarían los dos hechos más catastróficos que se recuerdan y que a la postre supondrían el particular techo que el gobierno inglés estaría dispuesto a alcanzar para ponerle punto y final a la impunidad de los violentos, que habían hallado en el fútbol, no sólo un escenario perfecto para sus fechorías, sino en muchos casos, el apoyo de los propios clubes de fútbol, no en sus actos vandálicos -lógicamente- pero sí gracias a los grupos de animación en los que se introducían para justificar su presencia en los campos de fútbol.

Una final trágica | Foto: football365.fr
Si bien, el movimiento ‘hooligan’ había tenido su origen, como el propio fútbol, en Inglaterra, los violentos sembraban el terror, de forma especial cuando su equipo jugaba lejos de su estadio, como así ocurrió aquel fatídico 29 de mayo de 1985. Un flamante Liverpool, vigente campeón por aquel entonces de la Champions League, y la Juventus de Turín, campeona de la Recopa de Europa, se disputaban el trono continental en el estadio de Heyssel (Bruselas – Bélgica). 60.000 espectadores abarrotaban las gradas del coliseo belga para atestiguar la coronación del próximo rey de Europa pero una hora antes del partido, la tragedia estallaría. A pesar de que las dos aficiones estaban bien separadas en sus respectivas zonas, las entradas remitidas para los habitantes de la ciudad de Bruselas fueron adquiridas, de forma indistinta por miembros de las dos hinchadas, que acabaron prácticamente mezclándose.

La zona Z del graderío, ubicada junto al córner, fue ocupada, en su mayoría por seguidores de la Juve, mientras que la continua, la zona X, la ocupaban seguidores del Liverpool. Corrían las siete de la tarde cuando los ingleses empezaron a lanzar objetos contra los italianos al tiempo que trataban de abalanzarse sobre ellos, propiciando la huida de estos, que acabaron estampándose contra el muro y la valla del otro extremo, propciándose así una avalancha que acabó con la vida de 39 personas.

El drama se prolongaba cuando la UEFA decidía no postergar el partido con el argumento de no generar más conflictos y los jugadores se veían obligados a jugar con los cadáveres aún en el estadio. Si bien esta decisión del máximo organismo del fútbol europeo fue duramente criticada por muchos, la sanción establecida sí gozó de la aceptación de otros tantos, al menos inicialmente: el Liverpool fue privado de participar en competiciones europeas durante 10 años, aunque finalmente acabaría cumpliendo una sanción de seis. El resto de clubes ingleses no se libraron de la sanción, impidiéndoseles a todos ellos participar en competiciones europeas durante los siguientes cinco años, al entendrse que este no había sido un hecho puntual, sino la culminación a muchos años de despropósitos. Catorce hinchas del Liverpool fueron inculpados y condenados a tres años de prisión de los que acabaron cumpliendo la mitad, al estimarse, tras recurso de la defensa, que se trataba de un homicidio involuntario.

A pesar de las fuertes medidas tomadas por la UEFA y por el propio tribunal, y a pesar también de la grave crisis que todo esto conllevó al fútbol inglés, la tragedia se repitió y por increíble que parezca, con dimensiones aún mayores. El 15 de abril de 1989 en Sheffield (Inglaterra), una nueva avalancha en un partido que enfrentó alLiverpool de nuevo y al Nothingam Forest, acabó con un saldo final de 96 muertos. A pesar de que las conclusiones finales, tras la investigación, determinaron que los ‘hooligans’ no habían sido directamente culpables de lo sucedido (sí lo fue el exceso de aforo y las malas condiciones que presentaba el estadio) aquello fue decisivo para que el gobierno inglés diera su particular golpe sobre la mesa y se decidiera a poner punto y final al movimiento ‘hooligan’, que tantas víctimas cargaba ya a sus espaldas.

El desastre de Highborough | Foto: ART

El informe Taylor y el Football Spectators Act, una dura legislación


Eliminar las localidades de a pie y establecer que todas fueran de asientos numerados; eliminar las vallas de seguridad alambradas de los estadios; la recomendación de no vender bebidas alcohólicas, la mejora de accesos para evacuar rápidamente los campos, la instalación de cámaras de circuito cerrado. Estas fueron algunas de las medidas tomadas por el gobierno de Margaret Tatcher tras la investigación llevada a cabo con motivo de la tragedia de Hillsborough y con el fin de acabar, de una vez y para siempre con el vandalismo en el fútbol. El documento que exhibía todo eso pasó a denominarse el ‘Informe Taylor‘ en alusión a aquel que lo llevó a cabo, Lord Taylor of Gosforth. El gobierno de Margaret Tatcher, desde el Parlamento del Reino Unidotambién dio origen a la Football Spectators Act, así como a la Football Offences Act de 1991, que recoge como delito penal invadir el terreno de juego, el lanzamiento de petardos y otros objetos, así como también proferir cantos racistas.

Margaret Tatcher | Foto: diarioregistrado.com
La lucha del gobierno inglés por erradicar la lacra de la violencia en el fútbol fue implacable y dio resultados. A día de hoy no puede decirse que esta haya desaparecido por completo y buena muestra de ello lo dan los altercados vividos tras el partido de cuartos de final de la FA Cup entre el Chelsea y el Tottenham (empate a 3) en 2007, que acabó con siete hospitalizados tras diversas heridas de arma blanca o lo vivido en la segunda ronda de la Carling Cup entre aficionados del West Ham y el Millwall, una rivalidad que exige un capítulo a parte en la historia de laPremier League y seguramente la más sangrienta y exacerbada del fútbol inglés.

No obstante sí puede considerarse que el golpe asestado por el gobierno y los organismos competentes en Inglaterra sí fueron definitivos para reducir, de forma considerable, una lacra que sigue manchando, en muchos otros países, el desarrollo de un deporte cuyos valores promueven todo lo contrario.
El ‘hooligan’, un problema social

Suelen ser hombres de entre 20 y 30 años que, según el profesor de sociología de la Universidad de Exeter, Anthony King, tratan de reivindicar su hombría frente a sí mismos y frente a otros en este tipo de actos reprochables. Los sociólogos Eric Dunning, Patrick Murphy y John Williams van más allá en su análisis: Los violentos llevan a cabo una lucha por el dominio en batallas simuladas; suelen ser, por tanto, hombres que han sufrido, generalmente, discriminación, ya fuere en su entorno laboral o educativo y que carecen, por tanto, de un sentimiento de identidad y confianza en su reputación social. Entre los ultras, establecidas unas jerarquías en las que tienen posibilidades de ascender, ven la posibilidad de ganarse la atención y el respeto de la que con toda seguridad han carecido en otras facetas de su vida.

Un problema para toda la sociedad | Foto: hrhb.info
Lo que parece claro es que el fútbol no es la única parcela de la sociedad que ha de cargar con esta lacra, cuyo origen es mucho más profundo que una simple rivalidad deportiva. Muchos de ellos, ni siquiera sienten el menor interés por el deporte del balompié, no acuden a los estadios y ni siquiera conocen los nombres de los jugadores; simplemente buscan en un entorno fácilmente ‘rivalizable’ la posibilidad de entablar sus propias pelas, contra aquellos que se identifican como parte de otro todo y, sobre todo, contra sus propios demonios internos.

Los últimos acontecimientos, vividos entre quienes se han escudado enAtlético de Madrid y Deportivo de La Coruña, respectivamente, dejan a un muerto más en el negro balance de esta lacra y por fin, la sociedad parece despertar a un problema que es suyo, y no sólo del ámbito futbolístico en el que se desempeñan. Federación, clubes e instituciones se ponen manos a la obra en pos de erradicar la barbarie del entorno futbolístico del que se aprovechan, uniéndose a Barcelona y Real Madrid, cuyos presidentes (y expresidente en caso del club azulgrana), se han visto hasta ahora solos en una lucha que les ha puesto en el punto de mira de los violentos.

Joan Laporta y Florentino Pérez | Foto: Chema Rey (Marca)
Hasta ahora estaban solos pero el bofetón de realidad asestado el pasado domingo día 30 ha de servirnos a todos para despertar y poner de nuestra parte: los hinchas, los auténticos, incluidos aquellos que se ven salpicados por la expulsión de los grupos radicales de los estadios, no deben poner el grito en el cielo por ello, sino que debían y deben hacerlo en el momento en el que un individuo se sienta a su lado con una símbolo fascista tatuado, gritándole a la muerte y utilizando los colores de un club para sus propios intereses, muy alejados, incluso, de aquello que la sensibilidad humana puede permitir. Los árbitros,Federaciones e instituciones deben dejar, también, de naturalizar lo que ni siquiera es permisible, empezando por cánticos e insultos que han de estar sancionados, que son el primer paso y que muchas veces, la mayoría, ni siquiera se reflejan en las actas.

Las leyes deben amparar a clubes y a la propia sociedad en un grito común: si, atendiendo a la conclusiones de los sociólogos anteriormente citados, estos individuos no han tenido reconocimiento, atención ni respeto en ninguna otra parcela de su vida, no la tendrán tampoco en el fútbol. No la tendrán, sencillamente, en la sociedad. Y esa será la mayor victoria de los clubes; la mayor victoria del fútbol.

Aficionados del Athletic y la Real Sociedad | Foto: El Correo.

Los eternos desafios del Liverpol

La inestabilidad institucional y deportiva, con un continuo cambio de propietarios y éxodo de jugadores en los últimos años, se convierten en una buena explicación que permite entender cómo ha pasado el club de Anfield Road de conquistar la Champions League a caer eliminado en la fase de grupos en nueve temporadas.


Es uno de los clubes más míticos del fútbol inglés. Fundador del G-14 y poseedor del mayor palmarés de Copas de Europa en su país con cinco entorchados, superando al Manchester United (3) y Nottingham Forest (2), así como al Chelsea y al Aston Villa, con uno cada uno. Su estadio desprende una mística especial, que envuelve a propios y extraños cuando el balón echa a rodar sobre su tapete. Pero a pesar de todo esto, el Liverpool no estará en el bombo que dirimirá los cruces de octavos de final de la UEFA Champions League 2014/15. El conjunto de Anfield Road caía eliminado, contra todo pronóstico, tras los resultados cosechados frente a Real Madrid, Basilea y Ludogorets en la fase de grupos. Pocos dudaban de su presencia en la siguiente ronda de la máxima competición continental, a tenor de los equipos con los que había quedado encuadrado en el grupo B del campeonato pero la sorpresa saltaba en el seno del club 'red', confirmando una inercia que, desafortunadamente, no viene siendo nueva en los últimos años.



Liverpool y AC Milan disputaron una de las mejores finales de la historia de la Champions

Impacta más esta realidad cuando, reculando tan sólo nueve años atrás, podíamos recordar a Steven Gerrard, el eterno capitán del Liverpool, alzando al cielo de Estambul la quinta Copa de Europa para el club tras una de las finales más vibrantes y emocionantes de la historia de la competición, un partido en el que se daba buena muestra de todo aquello que ha caracterizado al club 'red' a lo largo de su existencia: la lucha, la garra y el corazón para sobreponerse a una situación adversa y remontar un 3-0 que acabó siendo un 3-3 y que dirimió un heroica victoria en la tanda de penaltis ante el AC Milan. Tan solo dos años más tarde, los ingleses tratarían de sumar un nuevo entorchado a las vitrinas de Anfield Road en una nueva final, también contra el conjunto rossonero, en la que sin embargo, acabaría siendo la revancha del equipo italiano.
2004/05: la Champions vuelve a Anfield

La historia del Liverpool había sido una constante montaña rusa en la que él mismo construía y destruía su propio mito. Se alzó desde lo más bajo, tocando el cielo europeo en una década de especial esplendor: los 70, cuando sumó sus dos primeras Copas de Europa. Los ochenta presumían una continuidad manifiesta que llegaba de la mano de dos entorchados continentales más, un punto álgido que se combinaba con dos de los momentos más negros del fútbol europeo: la tragedia de Heyessel y la de Hiddelsborough, estando los 'red' presentes en ambos partidos y siendo su afición lamentable protagonista de los mismos. El exilio continental de seis años ponía punto y final, de algún modo, a una etapa de gran relevancia para el Liverpool que no fue una excepción en la grave crisis que azotó al fútbol inglés con motivo de los citados desastres y las consecuentes medidas que tomó la legislación.

Rafa Benitez llegaba con el reto de devolverle al Liverpool su identidad y prestigio


En medio de esa convulsa realidad, la llegada de Rafa Benitez en el verano de 2004 se presentaba con el reto de devolverle a la entidad 'red' buena parte de ese prestigio perdido que sus antecesores no habían logrado instaurar como sello de identidad. Junto al técnico español, acabarían llegando otros grandes futbolistas llamados a transformar la actualidad del equipo por aquel entonces, tales como Xabi Alonso, Luis García, Josemi, Fernando Morientes, Pepe Reina, Miki Roqué, Álvaro Arbeloa o Fernando Torres, entre otros.

La cuarta posición en la Premier con la que concluía la primera campaña del técnico español no hubiera tenido más historia para la perspicaz afición 'red' de no ser por el retorno de, nada menos, que la Champions League a Anfield Road. En una final de infarto, disputada ante el AC Milan de Carlo Ancelotti, los ingleses levantaron un 3-0, estableciendo un empate a tres tantos que situó el duelo en los once metros para que Liverpool recordase las dulces mieles del éxito europeo.


Champions League 2004/05 | Foto: Taringa.net


Y Rafa Benitez no podía empezar de mejor manera ni buscar una mayor consolidación a su puesto. 20 años había tenido que esperar el conjunto de Anfield para reconquistar el viejo continente. La consecueción de la Supercopa de Europa ante el CSKA de Moscú confirmaba una sensaciones que se tambalearon ligeramente con la derrota en el Mundial de Clubes. Abonado, sin embargo, a las grandes remontadas, el Liverpool le regaló a su afición otra conquista de ensueño un año después, en la FA Cup con un 2-0 que primero se convirtió en un 2-2, que posteriormente amenazó con esfumarse (3-2) y que el eterno capitán, Steven Gerrard, acabó convirtiendo en el resultado de la gloria europea: 3-3, una prórroga que dio paso, de nuevo, a la tanda de penaltis para que allí fuese Pepe Reina el encargado de ganase a la grada 'red', deteniendo el penalti decisivo.
Más estabilidad deportiva que títulos


De nuevo los de Benitez llegaban a suelo finalista en una Champions League y de nuevo lo hacían ante el AC Milan en lo que, sin embargo, acabó por ser la particular revancha del conjunto italiano, que no permitió al Liverpool sumar otra conquista continental a sus vitrinas. El golpe había sido duro para los ingleses, que además certificaban la tercera plaza en la Premier League, pero no definitivo. Un año más tarde, Anfield Road se ilusionaría con la llegada del fichaje más caro de su historia con el aterrizaje de Fernando Torres, procedente del Atlético de Madrid. Dando inicio a una racha de grandes y elocuentes goleadas, el 'Niño' del Manzanares pasaría a la historia del club por anotar más de 20 goles en una misma campaña, algo que sólo habían logrado allí mitos de la talla de Robbie Fowler, Ian Rush o Joahn Aldidge.

Rafa Benítez y Steve Gerard | Foto: Taringa. net
El Liverpool siguió llevando a cabo incorporaciones que apuntalasen a un equipo instalado, aparentemente, en la estabilidad deportiva, tales como Andrea Dossena. No se logró ningún título pero el equipo llevaba a cabo una gran temporada, destacando entre sus logros la victoria sobre el Real Madrid en la famosa eliminatoria del 'chorreo', término que utilizaba el por aquel entonces presidente del club blanco, Vicente Boluda para calificar lo que esperaba que diera de sí el choque para los suyos y lo que acabó dando, finalmente, para el conjunto de Anfield. Cerraban los de Benitez la temporada con tan solo dos derrotas, 11 empates y 25 triunfos para un total de 86 puntos que sólo le servían para hacerse con el subcampeonato inglés.

El final de una era


La falta de títulos acababa propiciando la marcha de Rafa Benitez, que sería sólo la primera de un cúmulo de significativas ausencias: Xabi Alonso, Sami Hyypie, Álvaro Arbeloa, Dossena, Sissoko... Sus marchas debilitaron de forma considerable la estructura de un equipo que no fue capaz de rearmarse con garantías. La desastrosa eliminación a manos del Arsenal en la Carling Cup por un doloroso 3-6 en casa, daba buena muestra de ello. En Europa, las cosas no habían ido mejor y los hombres que por entonces dirigía Roy Hodgson caían en la fase de grupos siete años después. La mala marcha del equipo derivaba en la destitución del técnico en enero, siendo Kenny Dalgish el que regresaba al club en el que había jugado 20 años antes, para tomar las riendas del equipo. Junto a él, llegaba también jugadores de la talla de Luis Suárez, llamados a dar un nuevo impulso al colectivo. Impulso que no se percibió inicialmente y que, a pesar de darle al Liverpool la Copa de la Liga, derivaba, de nuevo, en la destitución del entrenador.

Xabi Alonso fue uno de los que abandonó el Liverpool |Foto: actualidadfutbol.com
Brendan Rogers se pone al frente del equipo en el inicio de la campaña 2013/14 y a pesar del mal arranque, logra estabilizar la nave 'red'. Los nuevos movimientos en el banquillo se acercan más al acierto y el Liverpool empieza a coquetear con el liderazgo de la Premier, posición que llega a ocupar en más de una ocasión, aunque finalmente acaba alcanzando el subcampeonato. Futbolistas como el mencionado Suárez, Coutinho, Sturridge o el incombustible Gerrard, consolidaban una racha imparable que les hacía regresar a la Champions League tras cinco años de ausencia. Sin embargo, en la presente campaña, las dificultades que históricamente han marcado el avance del equipo regresan, sufriendo las consecuencias de hechos muy destacables como la marcha de Luis Suárez, su hombre-gol al FC Barcelona y siendo de nuevo incapaces, los 'red', de dar con la tecla en sus recambios. La séptima posición en la Premier y la pronta eliminación europea invitan a un detenido análisis sobre las causas que han llevado al Liverpool desde la cima europea hasta el lodo de lo relegado en apenas nueve años.

Éxodo de jugadores importantes


La marcha de Luis Suárez el pasado verano resume a la perfección lo que ha venido siendo la dinámica del Liverpool en los últimos años. La categoría del club 'red' es lo suficientemente tentadora como para atraer a futbolista de gran calidad pero la inestibilidad sufrida en los últimos tiempos parece restarle fuerza para mantener a esos hombres de peso. Los focos que deslumbran en Anfield resultan atractivos como escaparate para otros grandes, cuya situación deportiva y económica permite menores sobresaltos y más posibilidades de conquistar cimas elevada.

La última marcha y el eterno capitán | Foto: PA
Ante la continua llegada y marcha de jugadores, como muchos de los citados anteriormente y que en muchos casos han sido base a un espejismo de estabilidad, la figura de Steven Gerrard, contrasta, haciendo comprensible el peso del eterno capitán, del respeto ganado y el cariño que le profesa la grada de Anfield. A pesar de las tentadores ofertas que siempre han rondado a Gerrard, su fidelidad y lealtad hacia el club que prácticamente le vio nacer le mantienen en filas 'red', atestiguando épocas de esplendor con otras no tan sencilla en las que nunca dejó de estar al pie del cañón. Ni siquiera cuando las dificultades venían de más allá de lo que él podía controlar.

Inestabilidad institucional


En febrero de 2007, los magnates estadounidenses George Gillett y Tom Hicks adquieren las acciones del hasta aquel entonces presidente y dueño -en parte- del club, David Moores por un total de 266 millones de euros, una acción que según Moores ayudaría al conjunto de Liverpool a acometer la construcción de un nuevo estadio y la reestructuración de la plantilla. Ni Gillett ni Hicks eran unos recién llegados al mundo del deporte, ya que ambos poseían en su país equipos de hockey y baseball, aunque ninguno de fútbol ni de la tradición del Liverpool, cuyos valores y esencia se aseguró, se mantendrían intactos.

"Las familias Gillett y Hicks están interesadas e la continuación de la herencia y tradición del club"

La adquisición del club inglés se presentaba como una operación que intentaba tranquilizar a su por aquel entonces recelosa afición, hablando del respeto hacia la entidad y la determinación de una estancia a largo plazo en el club. "Liverpool es un club fantástico, con una historia notable y apasionante. Reconocemos y apreciamos la herencia única y rica del equipo y tenemos la intención de respetarla en el futuro. La familia Hicks y la familia Gillett están sumamente interesadas en la continuación de la herencia y tradición del club", manifestaban los dos multimillonarios estadounidenses. Por su parte, Moores, que quedaba relegado a la posición de presidente honorífico vitalicio del club, animaba la resto de accionitstas a emular su venta de acciones.
Gillet y Hicks | Foto: cahiersdufootball.net
El Liverpool pasaba así a ser el séptimo equipo de la Premier en ser gestionado por extranjeros y el tercero en serlo por norteamericanos. Se abría así una etapa de esperanza, que duraría apenas tres años. En octubre de 2010, la agencia Bloomberg informaba de que el Liverpool se hallaba al borde de la bancarrota, debido a la suspensión de pagos de la deuda con el Royal Bank of Scotland y el Wells Fargo. Sus dos propietarios ya buscaban la forma de deshacerse del club sin perder la inversión realizada con su compraventa, algo que les llevaría a desaparecer del panorama 'red' para tranquilidad de propios y extraños, y es que la campaña en contra de los dos magnates estadounidenses recorría, prácticamente el planeta, a través de las redes sociales para exigir su marcha; una marcha que no llegaría a producirse hasta que Gillett y Hicks se asegurasen de recuperar su dinero. Sin embargo esta situación trabada ponía en peligro el futuro inmediato del Liverpool, que podía pasar por la pérdida de puntos en una Premier League que ya le veía ocupar posiciones más que preocupantes -rondando, incluso, el descenso-.

Nuevo cambio de propietarios


En abril de 2010, Hicks y Gillett nombraban como presidente del Liverpool a Martin Broughton, quien también sería el encargado de supervisar, por fin, la venta del club. "Ser dueños del Liverpool estos últimos tres años ha sido una experiencia gratificante y emocionante para nosotros y nuestras familias. Habiendo conseguido este crecimiento hemos decidido vender el club a otros dueños que lo lleven a otros nivel de crecimiento y desarrollo", manifestaban los magnates estadounidenses, que aseguraban, además, haber logrado "una importante mejora económica desde 2007", con un aumento del 55% de los ingresos y un 60% de beneficios, una situación que, sin embargo, no había librado al club de una asfixiante deduda de casi 300 millones de euros y la imposibilidad de hacerle frente.

Tres años después el consorcio americanos New England Sports Venture se hace con el club tras una complicada venta

En octubre de 2010, la nueva venta del Liverpool se convierte en una realidad y este pasa a ser propiedad del Consorcio Americano New England Sports Venture, dueño también del equipo de basball Boston Red Sox de la MLB norteamericana, una vía que, si bien podía reducir la acuciante deuda, también seguía generando escepticismo entre una afición a la que no le hacía excesiva gracia verse gestionada por inversores extranjeros. La transacción tampoco había estado exenta de polémica, habiendo incluso de recurrir a la vía judicial para verse culminada después de que sus propietarios, Tom Hicks y George Gillett hubieran dado orden de bloquear la venta, debido a algunos desacuerdos en la formación del Consejo que les llevarían a tomar acciones judiciales. Al parecer, los norteamericanos deseaban sustituir a dos miembros Consejo del club, cuya votación a la hora de elegir comprador pudiera no satisfacer sus deseos personales, una voluntad que el Tribunal de Londres rechazó, ordenando el restablecimiento del citado Consejo y la consiguiente venta del club a NESV.
Nuevo acuerdo por el Liverpool | Foto: lainformacion.com

El desafío del futuro


Atrás quedaban los difíciles momentos en los que la deuda ahogaba y anhelos tales como un nuevo estadio se veían lejanos y casi inalcanzables. Recuperada, en gran parte, la estabilidad económica, eso sí, la idea de un nuevo Anfield, parece por el momento, desechada en pos de reformar el actual templo del Liverpool. No obstante, en lo deportivo, el conjunto de Anfield Road sí parece ubicado, de nuevo ante otro desafío que le apremiará a erigirse sobre la adversidad, como históricamente ha hecho siempre, para seguir demostrándole a todos que el conjunto 'red' es un grande de Inglaterra, de Europa y del mundo. Para ello, contará con una afición que ya le ha demostrado, en las buenas y en las malas, que nunca caminará solo.

Lema del Liverpool | Foto: stuartfrew.wordpress.com
Ubicado en la séptima posición de la Premier League, a más de 10 puntos del líder, el Chelsea, y eliminado de la máxima competición continental, los 'red' tienen por delante una difícil tesitura en la que lucharán por escalar posiciones y por aferrarse a la Europa League, tablas de salvación de una temporada que, prácticamente, acaba de empezar. La alargada sombra de la que fuera una de sus grandes estrellas busca en la figura de Mario Baloltelli un olvido que se antoja complicado pero del que pocos dudan logrará salir, como siempre ha hecho.


Fuentes consultadas: elmundo.es, actualidadrt, 20minutos, Marca, libertaddigital y wikipedia.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Peter Norman, el soldado solitario



Decía el escritor irlandés George Bernard Shaw que mientras el hombre razonable trata de adaptarse al mundo, el irrazonable trata de que sea el mundo quien se adapte a él. Atendiendo a esta locución, parece tan sensato como lógico, que todos y cada uno de nosotros tratemos de hallar nuestro particular hueco en ese todo que es la vida, renunciando a la en ocasiones llamativa tentación de nadar a contracorriente. Es lo fácil, lo coherente, lo que hacen todos. No obstante, el Premio Nobel de Literatura apostillaba su aseveración con una demoledora sentencia que merece la pena tener en consideración: "El progreso depende del irrazonable".

Siempre existió la idea generalizada de que seguir a la mayoría es lo correcto. El funcionamiento de la sociedad exige del establecimiento de una norma común, una moral y un pensamiento, un patrón claro de lo que está bien y de lo que está mal. Salirse del camino preestablecido, no sólo exhibe el concepto negativo de desobediencia y la rebeldía, sino que además, ofrece la visión de hallarse ante un abismo cuyo fin la vista no alcanza a contemplar, sus consecuencias. Lo predeterminado es el dócil curso del consentimiento, de la aceptación, el cauce de un sereno río que discurre en la dirección que algunos marcaron en su día en favor, muchas veces, de sus propios intereses o ideales, negando además el respeto a otra opción. Pero como en todo río, emergen aquellas rocas que aguantan su embestida, inamovibles ante su fuerza, ante su erosión, su continuo desgaste como respuesta a la osadía de haberse interpuesto en su camino. Son aquellos hombres y mujeres rebeldes, los irrazonables a los que Bernard hacía alusión, aquellos que en su propio miedo, vencido por sus ideales, basaron la evolución de un mundo que la necesitaba, que los necesitaba a ellos. Probablemente pocos acabarían por determinar que el sufrimiento por el que pasaron no mereció la pena.

La historia acabó relegando a Peter Norman a un tercer plano 

La imagen que más allá de logotipos, medallas, marcas, récords y metas definiría para siempre a los Juegos Olímpicos de México 68 sería la de aquel podio con Tommie Smith, John Carlos y Peter Norman, clamando en silencioso grito por los derechos de la raza negra en la política diferenciadora que por aquel entonces ejercía Estados Unidos sobre blancos y negros, considerando a estos últimos ciudadanos de segunda. Dos guantes negros en alto mientras sonaba el himno norteamericano y la insignia del Movimiento Olímpico para los Derechos Humanos sobre el pecho de un australiano-blanco- al que la historia acabaría relegando a un tercer plano, rubricarían para siempre una de las imágenes más significativas, dignas y emocionantes de los últimos años. El instante, de una gloria que sólo el tiempo reconoció, desembocó entonces en unas nefastas consecuencias, tanto para los dos atletas estadounidenses de color, como para el asutraliano, cuyo ostracismo seguiría planeando sobre su figura, incluso, tras su propio reconocimiento.

Su toma de contacto con el mundo del atlestismo


George Peter Norman (Melbourne, 15 de junio de 1942), es un niño travieso e inquieto, que crece junto a sus padres y a sus tres hermanas en lo que era el seno de una familia normal, de clase media y fuertemente influenciada por la religión, más concretamente en los valores del denominado Ejército de la Salvación. Más interesado en saciar sus ansias de jugar en las vías del tren cerca de las que vive que en aplicarse en sus estudios, sus padres no tardan en sacarle del colegio y ponerle a trabajar. Aquello sucede cuando Peter cuenta apenas con 14 años y por aquel entonces, no le queda otro remedio más que convertirse en aprendiz de carnicero. Hechos como su improvisado primer trabajo y la marcada presencia de la religión en su vida, son, a priori, datos que nada tendrían que ver en el desarrollo de su vida profesional como atleta, pero que finalmente resultarían determinantes. 


Su primer contacto con el mundo del deporte llega precisamente en la competición que marcaría un antes y un después en su vida, los Juegos Olímpicos, más concretamente los de Melbourne '56. Desde las gradas del estadio Olímpico al que acude asiduamente es testigo de los grandes logros de algunos de sus ídolos. Embelesado ante la magia Betty Cuthbert o Hec Hogan, entre otros, decide inscribirse en el club de atletismo Collingwood Harriers, donde se aplica con especial vehemencia en las disciplinas de salto de longitud y sobre todo, carreras de velocidad. Pese a debutar ganando en su primera competición con un tiempo de 11.7 en 100 yardas, quedar segundo en las 100 vallas y segundo también en el 4x100 yardas, Peter cae ante su jefe, un carnicero de 34 años que le desafía a un sprint, hiriendo así el orgullo del joven, que plantaría su particular punto de inflexión en ese momento.

Despegando hacia el panorama internacional


Con apenas 16 años ya logra rebajar su marca de las 100 yardas en un tiempo de 10.5 y dos años más tarde, con 18, se hace con el campeonato de la región de Victoria (220 yardas en 22.2). Su compromiso con el deporte, no obstante, no le aparta de un trabajo con el que sigue cumpliendo diligentemente, pese a los madrugones y a la dureza de su jornada diaria, algo que tampoco le impide hacerse con el triunfo, de nuevo en el campeonato de la Región de Víctoria, en el 4x100 junto a su equipo, Holdsworth, Wirt y Moore. 


Todo aquel esfuerzo se ve al fin recompensado cuando Peter es convocado para los Juegos de la Commonwealth, celebrados en Perth. No obstante, el joven atleta australiano acabaría cayendo en semifinales pese al incondicional apoyo de su novia Ruth y del grupo religioso al que pertenecía, que se habían desplazado hasta allí para apoyarle. Lejos de desanimarle, aquella caída no hace sino estimular sus ansias de competición y triunfo, derivando eso con un curioso hecho que en aquel momento es motivo de controversia: Peter rubrica en la espalda de su camiseta un lema que le acompañaría en sus competiciones para disgusto de la Federación Australiana, poco abierta a ese tipo de expresiones: "God is love" (Dios es amor). Pese a los 'tira y afloja' con la propia Federación, que le solicita el uso de aquel lema sólo en los entrenamientos, Peter lo mantiene.

Su vida, en cuerpo y alma al deporte


Su evolución se ve bruscamente interrumpida cuando en 1964 se ve obligado a renunciar a los Juegos Olímpicos de Pekín, consecuencia de una lesión. Tampoco eso le supone a Peter una traba más allá de la decepción puntual y continúa entrenando para superararse; tanto empeño pone en eso que incluso topa con un problema con el Ejército de la Salvación, que no ve con buenos ojos que Peter entrene incluso los domingos, día del Señor.


Ni los éxitos en el panorama nacional ni tampoco en el internacional han logrado que Peter deje de desarrollar su trabajo como carnicero, que si bien no le desagrada, tampoco expone el panorama en el que quiere verse en un futuro. El joven atleta australiano empieza a encauzar su vida hacia la carrera de monitor deportivo, estudios que compatibiliza con su ascensión en la élite del atletismo. 1966 no sería el año de su estreno en competificiones oficiales a nivel nacional pero sí lo sería de su primera conquista en ese campo; los 200, recorridos en un tiempo de 20.9 suponen la mejor antesala posible para su llegada a una nueva edición de los Juegos de la Commonwealth, que por aquel entonces se desarrollan en Jamaica. Pese a las expectativas depositadas en aquella cita atlética, Peter no logra llegar a la final de ninguna de las pruebas en las que su nombre se expone como uno de los favoritos, una decepción en gran parte influenciada por los escasos recursos con los que cuentan allí los atletas australianos, que son amateurs y han de verse obligados a financiar sus propios gastos.

Mexico 68, el principio...del fin


1968 es un año especialmente convulso para la sociedad en general, en el que buena parte del planeta solicita/exige cambios en pos de un necesario progreso, una revolución de la que no puede escapar el deporte, que a la postre es un fiel reflejo de la propia sociedad. Los Juegos Olímpicos de 1968 no sólo iban a convertirse en los pioneros de numerosos hechos, sino que iban a terminar transformándose en uno de los escenarios más grandes de la historia para las reivindicaciones de igualdad y dignidad de aquellos que se sentían víctimas de todo lo contrario, el Black Power.


Apenas dos años antes, Peter había conocido en Los Ángeles a alguien de quien acabaría convirtiéndose en inesperado cómplice, Tommie Smith, uno de los mejores y más elegantes velocistas de la historia del atletismo. Smith, ya había fraguado junto a otros deportistas de color-entre ellos Kareem Abdul Jabbar-la forma de reinvidicar al mundo entero los derechos de la raza negra, víctima por aquel entonces de la segregación norteamericana, que les consideraba ciudadanos de segunda. Mientras el gesto de protesta del baloncesista había sido el de negarse a formar parte del equipo estadounidense, el de Smith y su compañero, John Carlos sería igual de contundente, aunque más osado. La cita: un lugar de reunión para la atención mundial, los Juegos Olímpicos de México 68. Primer paso: subir al podio.

Un podio eterno e inesperado


Durante el desarrollo de los Juegos, Peter ya ha demostrado que su estado de forma es excelente y sus grandes marcas le llevan hasta la final de los 200 metros, donde se ve las caras con un "viejo conocido", Tommie Smith y su compañero de equipo, John Carlos, este último uno de los grandes favoritos. Pese al dato, ni él mismo es capaz de dar crédito al impresionante sprint final que Smith efectúa para cruzar la línea de meta, impulsado, con toda probabilidad, por la imperiosa necesidad de lanzarle al mundo un grito mudo de libertad. Quien no titubea ante la titánica carrera del norteamericano es precisamente, Peter Norman, que saca fuerzas de flaqueza para convertir su sexta plaza a falta de 80 metros en una segunda al atravesar la línea de meta, un tiempo de 20.6 que no lograría rebajar el nuevo récord mundial de Smith con 19.83.



Smith y Carlos le proponen tomar parte en la protesta, oferta que acepta sin titubear

El momento de la ceremonia es también un momento de nervios y no sólo por la entrega de medallas y por acaparar, en un instante único, la atención de todo el planeta. Lejos de esas preocupaciones, en el vestuario del estadio olímpico sólo se dirime la forma de protesta ante algo injusto, ante el vapuleo a los más esenciales derechos del ser humano, un trasfondo enorme al que se interpone un pequeño problema: Carlos ha olvidado en la villa olímpica el par de guantes negros que cada uno iba a enfundarse durante la audición del himno estadounidense, una traba demasiado banal para la que el australiano, Peter Norman encuentra solución: que cada uno se enfunde un guante (razón que explica por qué cada corredor eleva un brazo distinto durante la protesta). Al ver la actitud abierta y natural con la que Peter trata el hecho, Smith y Carlos le proponen participar de algún modo: llevando en el pecho la insignia del Movimiento Olímpico por los Derechos Humanos, oferta que él acepta sin dudar. Esa pequeña charla en los vestuarios se convierte en el particular 'making off' de una foto ya legendaria, señalada por muchos como uno de los momentos más determinantes e influyentes de la historia.

Tratando de seguir adelante


Toda acción conlleva una reacción y en este caso no es distinto. El gesto de los atletas supone la inmediata expulsión de los dos norteamericanos de los Juegos Olímpicos, previa 'expropiación' de las medallas conquistadas. Así lo decide el por aquel entonces Presidente del Comité Olímpico, Avery Brundage, conocido por sus ideas en favor de los nazis. Las reacciones mayoritaras que en Estados Unidos consideran a Smith y Carlos poco menos que traidores no son tan contundentes en Australia, pese a lo cual las disputas existentes con los aborígenes del lugar extrapolan el debate hasta allí, con diversidad de opiniones. Pese al barullo creado en aquel momento, el tiempo pasa y todo parece calmarse. En 1969 Peter se hace con el campeonato de la región de Victoria en los 100, siendo ya sus triunfos un clásico en aquella competición. También lo logra en el 200 de los Juegos del Pacífico en Tokyo. Además, lo vivido en los Olímpicos del 68 le hace forjar una buena amistad con sus dos particulares compañeros de penurias, Smith y Carlos, a quienes conoce en un plano más personal tras ser invitado a Estados Unidos en varias ocasiones.


Su situación personal se complica tan solo un año más tarde con el divorcio, y el cambio de aires que experimenta le aleja del clima conservador y puritano en el que había crecido, generando en él la necesidad de dejar atrás su vida anterior. Ya no trabaja en la carnicería, sino como monitor deportivo y superadas todas las adversidades en el terreno personal y también en le profesional decide centrarse en este último para seguir compitiendo al máximo nivel. Con la mira puesta en los Juegos Olímpicos de Múnich 72, Peter remonta el vuelo tras la discreta quinta posición que había logrado en la última edición de los Juegos de la Commonwealth, disputados en Edimburgo.

Represalias tardías en Múnich 72


En febrero de ese mismo año, participa en una importante prueba de 100 m, de cara a lograr su clasificación para Alemania; llega el primero pero los jueces le despojan del oro, alegando que fue otro corredor, Lewis, quien ha vencido y no él. Disgustado y convencido de lo contrario, Peter le lanza su medalla de plata a los jueces. El hecho no pasa inadvertido y causa cierto revuelo en la prensa del momento pero lejos de amedrentarse, el australiano eleva la mirada hacia la próxima prueba en pos de la ansiada clasificación. Esta llega con motivo del campeonato nacional de Perth, en la que se clasifica en tercer lugar. No obstante, sus primeros puestos en los 200 de Sidney, Brisbane y Melbourne le valen, en acumulación de puntos, para llegar a la cita olímpica, sueño que de nuevo vuelve a frustrarse. La Federación Australiana alega que ningún miembro del equipo tomará parte en los Juegos Olímpicos de Múnich en la prueba de 200 metros. Aquel hecho, que sin ningún género de dudas él asocia a lo acontecido en México 68 y al lanzamiento de su medalla de plata, le hacen tomar la dura decisión de retirarse.


Se le negó el derecho a participar en Múnich 72 pese a lograr clasificarse

No obstante el gusanillo del deporte sigue picándole en el estómago y Peter decide emprender su aventura como jugador de fútbol amateur en el West Brunswick australiano. Su 'relax' lejos del deporte de élite le da incluso para aventurarse con el mundo del teatro en una época en la que viaja continuamente en una vieja furgoneta. Posteriormente se convierte en el preparador físico del Footscray Football Club obteniendo apenas el dinero justo para pagar la gasolina.

La desgracia se ceba con él


Habiendo encajado con increíble entereza su adiós en el mundo del atletismo de alta competición, Peter es feliz con los pequeños detalles de una vida normal, los nacimientos de sus dos hijas, su afición al teatro y los recuerdos de unos éxitos que nadie le puede arrebatar; ni siquiera el fuego, que sí devora en su nueva casa de Williamstown buena parte de sus trofeos, los trofeos de una vida ligada a la velocidad que rememora, de algún modo, cuando es invitado a tomar parte en una carrera de relevos de aficionados. Allí se lesiona en el Talón de Aquiles y lo que parece algo sin importancia acaba derivando en una lesión de extrema gravedad, tanto que su pie sufre una infección y se decide que es necesario amputar. 


Estuvo a punto de perder la pierna por una gangrena

La fortuna que le había negado la sonrisa en varias ocasiones, sin embargo, estuvo de su lado al hacer que el cirujano le reconociera y pusiera todo su empeño en salvar aquella pierna que había volado, junto a la otra, por las pistas de atletismo de medio mundo, estableciendo entre otros, el récord en los 200 m que en Australia aún nadie ha logrado batir. De forma milagrosa la pierna de Peter consigue salvarse pero el dolor y el sufrimiento se convierten en parte ineludible de su vida; el tratamiento es largo y penoso, algo que acaba sumiéndole en una profunda depresión que a su vez, desemboca en la necesida continua de tranquilizantes y alcohol.

1993 le devuelve una tregua y los dolores en su pierna empiezan a hacerse soportables. El exatleta recupera parte de la ilusión perdida al ser invitado, como comentarista, a la cita con los Juegos de la Commonwealth de 1990, que se celebran en Auckland. Los devenires de la vida, no obstante, le llevan de nuevo a un supermercado, donde, frustrado, volvería a desarrollar su labor como carnicero después de haber ejercido otra vez como monitor deportivo, ya con casi 50 años y sin poder dar de sí todo aquello a lo que su pierna le limita.

Sidney 2000 le mira sólo de reojo


La entrada en el nuevo siglo no puede tener mejor celebración para Australia y el país oceánico organiza los Juegos Olímpicos de aquel año. Peter es llamado por el Comité para ejercer como abanderado aunque quedaría excluído de todos los eventos oficiales del país de los canguros. Fuera de las celebraciones australianas pero no de las norteamericanas, que sí cuentan con él para concederle un lugar destacado entre las grandes estrellas del momento. Paradójicamente y pese a ser un reconocido atleta en su época, Peter se siente cohibido ante nombres de la talla de Edwin Moses, Mike Powell o Michael Johnson, quien le dedica unas palabras cargadas de emoción para él: "You are my hero" (Tú eres mi héroe). No le faltaron razones para admitirlo. Peter había dado un importantísmo paso al frente en pos de una lucha que muchos no consideraron suya, pero lo era, y de algún modo, la sufrió. 


Su sobrino, cineasta, elaboró un documental sobre su tío, 'The Salute'

En 2004 y tras haber logrado solucionar buena parte de los flecos en el camino que había ido dejado con su exmujer y sus hijos, Peter se encuentra con su sobrino, Matt Norman, cineasta que empieza de inmediato a trabajar en el desarrollo de un documental, 'Salute', en el que se repasa la trayectoria, vida y anécdotas del corredor australiano. Más adelante le acompañaría el libro 'A race to remember' (Una carrera para recordar). La visita para tal intención es clara: la universidad de San José en California. Allí, junto a Smith y Carlos recuerda el que con toda probabilidad es el momento más determinante de su carrera; quizás, de su propia vida: el podio de México 68. Aprovechando su estancia allí, Peter asiste a la inauguración de la estatua en la que aparecen los dos velocistas norteamericanos que lucharon en pos de los derechos de su raza, de los derechos humanos, un merecido homenaje en el que sin embargo, no figura él. Aquello no le molesta en absoluto, pues en ese otro monumento que rubricó la proclama al mundo en México 68 sí estuvo.

Su final reunió de nuevo al 'podio mexicano'


Los problemas de salud, derivados en gran parte del crítico período que vivió como consecuencia de la lesión en su pierna, se acentúan con el paso del tiempo y en mayo de 2006 es operado de urgencia por una nueva dolencia en el corazón. Como si se atisbase lo que estaba por venir, todos aquellos que formaron parte importante de su vida están presentes a lo largo de los pocos días que le restan de vida hasta que a principios de octubre fallece con 64 años. Su funeral tiene lugar el 9 de octubre y a él acude una numerosa representación de quienes habían pertenecido a la Federación de Atletismo Americana, que con Tommie Smith y John Carlos a la cabeza, proclamarían aquel 9 de octubre como el día de Peter Norman. 


Ellos, junto a su sobrino, son quienes portan su féretro a hombros hasta el cementerio en el que es enterrado. Las palabras de Tommie ponen la rúbrica perfecta a la vida de Peter: "No tenía que haber tomado esa insignia, Peter no era estadounidense, Peter no era un hombre negro, Peter no tenía que haber sentido lo que sintió, pero él fue un hombre, un soldado solitario en Australia. Muchas personas en este país no entendieron por qué aquel joven blanco apoyó a aquellos negros. Peter fue un australiano muy orgulloso de serlo, y muy orgulloso de representar a su nación", continuó Smith. Un hombre al que la historia describe como "el blanco que se coló en la foto", el "intruso", aquel al que las páginas del tiempo han olvidado en pos de los otros dos protagonistas y aquel al que su país nunca acabó de perdonar-no tenía por qué hacerlo, pues el perdón debía llegar en dirección contraria-.Su reconocimiento llega, como es habitual, tarde y mal.

La historia le describe como 'el blanco que se coló en la foto'


Andrew Leigh, parlamentario laborista, llevó el asunto a la cámara, con el apoyo de la familia de Norman, según informó el canal australiano de televisión ABC. En el Parlamento se trasladaron las disculpas correspondientes a la madre de Peter, Thelma, con 91 años entonces y a su hermana Ambler por haber impedido a su hijo y hermano acudir a la cita en Múnich, al tiempo que se reconocían todos sus logros.



"Yo creo que todos los hombre nacen iguales y deben ser tratados de la misma manera". - Peter Norman.

Fuentes: http://www.sportsonearth.com, http://www.capalma.com/documentacion/historia/Peter_Norman.pdf, http://es.wikipedia.org/wiki/Peter_Norman, http://www.record.com.mx/article/australia-pide-perdon-peter-norman40-anos-despues, http://deportes.elpais.com

Fotos: http://journelog.wordpress.com, http://scared-4-america.blogspot.com.es, AP, cinequest.org, numeroquince.wordpress.com, http://correcobarde.wordpress.com, http://salutethemovie.com

Duelo en Rucker Park: ¿Te atreves?


Las estrellas del deporte que acaparan nuestra atención bajo los focos, los flashes de la prensa, las portadas de los principales diarios y la admiración generalizada, suelen tener muchas veces a unos imponentes aliados en los escenarios donde exhiben sus proezas, mudos testigos de esos pedazos de la historia en que construyen sus particulares leyendas y que acaban convirtiéndose en parte indivisible de las mismas. Staples Center (Los Angeles Lakers), United Center (Chicago Bulls), Madison Square Garden (New York Knicks) son algunos de los pabellones del baloncesto norteamericano que recogen muchos de los mayores espectáculos de la NBA.

Sin embargo, tanto en lo que al deporte de la canasta se refiere, como en otros tantos, los inicios de muchas de las grandes estrellas que iluminan ese particular firmamento, empezaron a forjarse muy lejos del marco de perfección que caracteriza a las más modernas infraestructuras deportivas. Las calles, muchas veces los barrios más humildes e incluso marginales de la geografía mundial, han asistido, impasibles, a los primeros esfuerzos de aquellos chavales que no permitieron que ni la austeridad ni la pobreza ni la dificultad, matasen unos sueños que debían elevarles a lo más alto.


Madison Square Garden es uno de los pabellones más espectaculares de la NBA

"Each one teach one" (Cada uno enseña a otro)


El rap y el hip hop que palpitan a través de los bafles, así como los vítores y aplausos que jalean al unísono las más espectaculares jugadas que se ven sobre el asfalto deRucker nos llevan hasta la calle 155 y Frederick Douglass Boulevard, conviertiéndose en el mejor reclamo para guiarnos en medio del intrínseco laberinto de calles que forman la ciudad de Nueva York, más concretamente en el barrio de Harlem.

Holcombe Rucker fue el fundador del torneo de baloncesto urbano que se disputa en la mítica cancha a la que da nombre, desde 1947. Su primera ubicación estaba en un patio de la Séptima Avenida entre las calles 128 y 129. Inicialmente aquel era un torneo entre 4 equipos que él mismo organizaba y arbitraba, con el firme propósito de alejar a los jóvenes de la delincuencia y las drogas que les rodeaban, centrando su atención en la magia de un baloncesto en el que cada uno enseñaba a otro lo que sabía hacer. El torneo se conviritó en una leyenda en los años 60 cuando numerosas estrellas de la NBA apoyaron la iniciativa de Ruckerpara participar en el mismo. Gracias a ese impulso y a las 15 horas diarias que él mismo pasaba en el playground, más de 700 jóvenes lograron una beca de baloncesto para financiar su educación.

En 1965 el torneo se mudó a su actual ubicación y en1974, la ciudad de Nueva York renombró la pista 156como Holcombe Rucker Playground en homenaje a su fundador, que había fallecido 6 años atrás, víctima de un cáncer, a la edad de 38 años, cediendo su testigo a su nieto, Chris Rucker, que actualmente continúa con la trdicición familiar.

Baloncesto callejero del más alto nivel


Si bien es cierto que en Rucker se juega un baloncesto 'de la calle', también lo es que en el Entertainment Basket Classic puede verse el nivel más alto del baloncesto no profesional, un estilo propio e inconfundible que se ha dado en llamar 'streetball'. Los maestros de ceremonias que efectúan sus particulares retransmisiones a ritmo de rap y entre bromas contínuas hacia los propios jugadores, fomentan la interacción entre el numeroso público asistente, que aclama o abuchea en medio del encendido fervor.

Harlem es un barrio dado a hacer de lo cotidiano una cultra diferente, propia y en medio de esa particular forma de entender el baloncesto, crecieron muchos de los grandes de la NBA, del mismo modo que también el cemento de la cancha de Rucker fue testigo de otras historias con un final menos brillante; sin ir más lejos Earl Manigault 'The Goat' (la cabra) , es, para muchos el mejor jugador que jamás llegó a militar en laNBA, y que no obstante, es una de las mayores señas de identidad de Rucker Park.

Su historia fue una constante lucha entre el baloncesto, las drogas y la cárcel, y aunque estas últimas no lograron impedirle convertirse en una gran leyenda del deporte de la canasta fuera de las grandes canchas, sí fueron determinantes en el devenir de una carrera que nunca pudo ser justamente recompensada. La grandeza de Manigault era tal que durante sus partidos en Rucker, unos 10.000 aficionados se congregaban alrededor de la cancha para verle efectuar algunas de sus jugadas más características, tales como el doble mate. Incluso el propio Kareem Abdul-Jabbar, mítico pívot de Los Angeles Lakers y que también se curtiese sobre el asfalto de Rucker, dijo en su partido homenaje que el mejor jugador al que se había enfrentado a lo largo de toda su carrera era, sin duda, Earl Manigault. 

Arrastrando numerosos problemas de salud por la desordenada vida que había llevado, luchó hasta el final por ayudar a esos jóvenes que siempre habían acudido a la cancha a verle, tratando de ser en esa otra parcela limpia y aguerrida de su vida, un reflejo para todos ellos. Falleció con apenas 54 años tras un ataque al corazón.

Como no podía ser de otra manera en el país del séptimo arte, su historia se llevó al cine de mano de dos películas:"Harlem's Angel" (El Ángel de Harlem),se estrenó en 1991 gracias a la productora HBO, aunque la más conocida fue Rebound: The Legend of Earl 'The Goat' Manigault dirigida por Eriq La Salle, con Don Cheadle en el papel de Manigault (1996).


Él fue la insignia, el reflejo de la lucha que lleva sobre sí misma la legendaria cancha de baloncesto pero no fue el único. Como todo viejo enclave deportivo, sus muros de cemento han visto mucha grandeza y ha dejado tras de sí un sinfín de leyendas que aún o hoy se cuentan sobre otros extraordinarios nombres propios que forman ya parte de Rucker con la misma fortaleza que sus propios cimientos. Alguna de las más conocidas son las que protagonizaron otros 'anónimos', como Herman 'Helicóptero' Knowings: Se dice de él que pasaría a la historia después de que le pitasen 3 segundos en un salto que desafió a la eternidad durante un partido de laRucker Park League; o Joe 'The Destroyer' Hammond, quien en un sólo tiempo fue capaz de endosarle 50 puntos a Julius Erving, uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto; o tambiénRichard 'Pee Wee' Kirkland, conocido por meter 465 puntos en 8 partidos en una liga en la cárcel y por pasar del centenar de puntos (100 y 135) en dos partidos. También se dijo de él que se negó a firmar un contrato con los Bulls porque "podría ganar más dinero en un par de días en la calle vendiendo droga".

Del asfalto de Rucker al parquet de la NBA


Tal vez la fortuna, la mejor cabeza o una alianza entre las dos, llevó a algunos de los 'reyes' de Rucker a lo más alto del baloncesto mundial. Aferrados a los más fieles valores que Holcombe Rucker estableció cuando hizo nacer aquella idea, fueron muchos los que no sucumbieron en el camino ni se dejaron arrastrar por las malditas tentaciones que alejaron a tanto talento de un escenario acorde a su grandeza, privando así al aficionado de un espectáculo digno de ser disfrutado. Kareem Abdul Jabbar,Sebastian Telfair, Vince Carter, Wilt Chamberlain o Connie Hawkins. Son sólo algunos de los muchos ejemplos de esos jugadores que se impulsaron en la dura pista de Rucker para encaramarse hacia lo más alto, la NBA, donde después triunfaron.


Las mismas leyendas que acompañan a algunos de los nombres propios asociados a la histórica cancha, cuentan también que muchos de los jugadores de la mejor liga del mundo no osan batirse en duelo con aquellos que año tras año, exhiben lo mejor de sí mismos en el ya famosísimo campeonato anual que se organiza en el pavimento de Rucker. Quien sí se atrevió a hacerlo el pasado verano fue el alero de losThunder, Kevin Durant. Sus 9 triples contribuyeron a sumar a los 66 puntos totales que anotó, dejando tras de sí una encomiable actuación, totalmente a la altura del escenario que le rodeaba. Antes que él, otras osadas estrellas de la NBA, deasfiaron a la leyenda deRucker Park, como el mítico Kareem Abdul Jabbar, mostrando así la grandeza de quien habiendo tocado el cielo de sus propios sueños, sabe volver a unos orígenes a los que debe mucho.´

¿Quieres jugar en Rucker Park?


En pleno siglo XXI se hace impensable que todo aquello capaz de traspasar las fronteras de sus propios límites y llegar al conocimiento del mundo entero, no vaya a tener un lugar en el cine o en la parcela de los videojuegos. Tal es la fama de la cancha baloncestística de Harlem, que juegos como "NBA Street Homecourt" o “NBA Ballers” la ponen a disposición de aquellos que se atrevan a desafiar al talento que emana desde sus muros.


Rucker Park puede considerarse en muchos sentidos la mejor cantera baloncestística del mundo. Su particular 'proceso selectivo' es tal vez una prueba de fuego para aquellos que botan el balón sobre su asfalto y que al lanzar a canasta, ven más allá del aro, el difícil pasillo hacia sus sueños. Superar los obstáculos que envuelven a Rucker Park y su entorno no es algo sencillo y engrandece, por tanto, a quienes por encima de ser los mejores jugadores del mundo, son también triunfadores por sobre lo más duros rivales y circunstancias. Si la calidad forma parte indispensable de ellos, el carácter que se foga en un entorno así, no es menos.

De igual manera, la mítica cancha es también la mejor prueba de que existe la grandeza sin reconocimiento, aquella que se disfruta para sí mismo y unos pocos privilegiados y que, a pequeña escala, es capaz de desafiar la magnitud de toda una NBA. Si hablar del Madison Square Garden impone un respeto del que muy pocos dudan, hablar de Rucker Park no consigue una sensación menos sobrecogedora.

"Dentro de cada Michel Jordan hay un Earl Manigault. Hay que tener cuidado, no todos pueden lograrlo. Algunos se caen, ese es mi caso. - Earl Manigault -